Arsène Lupin. (Grandes detectives de ficción IX)

Por Francisco Delgado

Hoy volvemos a traer a esta sección un protagonista literario poco usual, ya veréis por qué.

Arsène Lupin
es un personaje de ficción creado por Maurice-Marie-Émile Leblanc, más conocido por el nombre abreviado de Maurice-Leblanc y del que se cree que está inspirado en la figura del anarquista francés Marius Jacob, cuyo juicio y encarcelamiento acaparó las portadas de los principales periódicos a principios del siglo XX.

Maurice Leblanc es un escritor francés que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX, y que plasmó en sus relatos, de forma magistral, las características más destacables de la ficción detectivesca de ambos siglos, a pesar de que su obra fue ensombrecida, no intencionadamente, por autores anglosajones contemporáneos a él, como por ejemplo Arthur Conan Doyle, creador del gran Sherlock Holmes con cuyo éxito tuvo que lidiar Lupin. 
Ese "eclipsamiento" provocó una especie de animadversión de Leblanc hacia el hijo literario de Doyle, vuelto a la vida por petición popular como ya sabéis, y no dudó a la hora de enfrentar a ambas mentes privilegiadas en algunas de sus historias, aunque mejor deberíamos puntualizar esto último y decir que Leblanc enfrentó al gran Lupin con una versión de Holmes menos sagaz y avispada que llevaba el nombre de Herlock Sholmes

Pero dejemos de lado ya al detective inglés para que no parezca que intenta también acaparar el protagonismo en un artículo que no le corresponde. y sigamos hablando del personaje de hoy.

Arsène Lupin es el descendiente literario del Rocambole de Pierre Alexis Ponson du Terrail y opera, a diferencia de los protagonistas de las novelas policíacas y detectivescas de esa época, desde el lado incorrecto de la ley.
Lupin es un ladrón de guante blanco cuya intención, lógicamente, es la de apropiarse de lo ajeno, pero evitando hacer daño físico.
Posee unas "habilidades especiales", entre las que se encuentra ser un maestro del disfraz, de la prestidigitación y el disimulo; conocedor de muchos oficios; caballero educado y sobre todo alguien que se ríe siempre de sus contrincantes.
Tiene conocimientos en derecho y medicina; facilidad para las lenguas clásicas y de su padre heredó el amor por las artes de combate, entre las que se encuentra el boxeo, la esgrima o el jiu-jitsu. 

También se puede decir de él que es una versión más moderna de Robin Hood, quita las obras y joyas a la gente adinerada y corrupta, utilizando después parte del botín, si no todo, para ayudar a quienes han caído víctimas de estos millonarios sin escrúpulos, o en ocasiones se las devuelve a sus dueños después de darles el 'susto', tal vez como una demostración de sus habilidades.

Por otro lado y en lo que se refiere a los lectores, su 'nacimiento' es un misterio para nosotros, aunque Leblanc que no acostumbraba a dar puntada sin hilo, irá dando algunas referencias sobre su origen y vida a lo largo de los relatos.
Tampoco olvidó, para nuestro goce y el de su hijo literario, crear un archienemigo que infundiese emoción a sus historias, y para ello creó al inspector Ganimard, que será el encargado de seguirle la pista y atraparlo si es posible.
Lupin, por supuesto, siempre encontrará el modo de tomarle el pelo, escabulléndose o poniéndole en ridículo, eso sí, nunca perjudicando su imagen pública.

Y ha llegado el momento de contaros el motivo por el que le hemos incluido en esta sección dedicada a los grandes detectives. 
Entre las muchas facetas del personaje, de las que ya os he hablado, también se encuentra la de actuar como investigador, ya sea por puro aburrimiento, por la suculenta recompensa o simplemente por diversión. Y es que este curioso ladrón de guante blanco es de la opinión de que si uno sabe observar, nunca se aburrirá de lo que lo rodea.

Nuestro protagonista de hoy fue creado para aparecer en una revista de edición mensual. La intención inicial era la de aparecer solo en un cuento, sin embargo, gracias a la buena acogida por parte del público y a la insistencia del editor, Leblanc siguió creando más aventuras que terminaron recopiladas en veinte volúmenes, a las que deben sumarse después cuatro secuelas autorizadas y varios pastiches.

La mayoría de las narraciones son breves; inconexas entre sí; no siguen un orden cronológico y sobre todo no debo olvidar mencionar algo que llama mucho la atención sobre el narrador: no existe una figura narrativa definida. 
Al contrario que Doyle, que en la mayoría de las obras de Sherlock Holmes utiliza a Watson como cronista, Leblanc utiliza diversos ángulos de vista, en ocasiones veremos que es el propio Lupin, un amigo, un testigo o bien, un narrador omnisciente quien nos relata la aventura, e incluso otras veces nos encontraremos que son varios los narradores de la misma historia, sin perder con ello en calidad ni un ápice el argumento.

Y ya para terminar...

El personaje ha sido llevado a la pantalla en diversas ocasiones, así como a la radio e incluso ha sido protagonista de series de dibujos animados.

El último apunte se lo quiero dedicar al escritor que tan buenos momentos me ha proporcionado al leer sus obras. 
Al igual que le ocurrió a otros escritores, su "creación" llegó a adquirir tal protagonismo y a obsesionarle de tal manera, que Leblanc llegó a firmar en un restaurante con el nombre de Arsène Lupin, y es que si lo pensamos detenidamente, muchas veces esos personajes están construidos de forma tan perfecta, que nuestro propio subconsciente abre la puerta a ese mundo de ficción y les permite traspasar la barrera hacia la realidad.

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