Guía de sospechosos I. (Jack el Destripador. Un asesino de leyenda cap. V)

Por Gabriel Pombo
Portada de la revista Puck
21 de septiembre de 1889
Al igual que hicimos anteriormente con las víctimas canónicas de Jack el Destripador, vamos a dedicar también una serie de monográficos a los principales sospechosos.

La circunstancia de que nunca fuese capturado el asesino en serie conocido como “Jack el Destripador” no supuso que durante el breve período que duró su reinado de terror Scotland Yard dejase de aprehender a sujetos sobre quienes recayeron sospechas de haber sido ese sanguinario ejecutor.
Después de cerrarse formalmente el respectivo expediente policial –en el año 1892– continuaron emergiendo a la luz pública nombres de individuos signados con la misma suspicacia aunque, como es sabido, jamás se llegó a responsabilizar penalmente a ninguno de ellos, y el caso se mantuvo sumido en el más profundo de los misterios.
Respetando un orden cronológico en la aparición de tales sospechosos a la identidad del Ripper, y omitiendo mencionar a seudos sospechosos que en verdad sólo constituyeron personajes de ficción (de los cuales empero hubo muchos), hemos confeccionado una lista, bastante completa, de personas señaladas como candidatos plausibles o, al menos, muy mediáticos, que os vamos a mostrar entre este artículo y los siguientes que le seguirán y que forman parte de los artículos dedicados a este asesino serial decimonónico.

John Pizer: El primer "Jack el Destripador"

El 10 de septiembre de 1888, a consecuencia del deceso de Annie Chapman, fue arrestado un zapatero judío al cual apodaban «Delantal de Cuero» o «Mandil de Cuero» que residía en aquel distrito en compañía de su madrastra y su cuñada en el número 22 de la calle Mulberry esquina calle Comercial.

El sargento de la Policía Metropolitana William Thick practicó su detención y lo condujo a la comisaría de la calle Leman, donde se le sometió a interrogatorio, mientras en su casa eran incautados afilados cuchillos de larga hoja, inherentes a su oficio. El detenido clamó ser inocente y su liberación tuvo lugar el 12 de septiembre siguiente gracias, sobre todo, al testimonio de un policía que lo reconoció junto a otros curiosos contemplando el incendio en el muelle de Ratccliffe Highway por la mañana del 31 de agosto de 1888, en horario coincidente con el homicidio de Polly Nichols.

Quien inauguró la leyenda de "Delantal de Cuero", asociando a este misterioso y ficticio sujeto con la escurridiza identidad del asesino de Whitechapel fue el periódico británico The Star ("La Estrella").  es cierto que ese medio de opinión pública no fue el único órgano de prensa en aprovecharse de la conmoción causada por los crímenes cometidos en el este de Londres durante los días finales del verano y el otoño de 1888, pero se erigió como el más icónico periódico amarillista de aquel entonces.

El sensacionalismo del que hizo gala The Star tuvo ostensible impacto en el caso de Jack el Destripador. Del hecho de que los pormenores que ese rotativo aportaba a sus lectores eran escabrosos y con frecuencia falsos, existen abundantes ejemplos.
Sólo por citar uno de ellos, le cupo a aquel diario una intervención determinante en el origen de la leyenda de «Mandil de Cuero» y en el consiguiente arresto de John Pizer, a los cuales ya hemos hecho mención.

En sus crónicas sostuvo que uno de sus reporteros recorrió los pubs y las pensiones del villorrio en busca de una descripción del homicida y entrevistó a unas cincuenta mujeres, en el breve lapso de tres horas. Todas ellas le habrían proporcionado idénticas señas acerca de un sujeto a quien los residentes motejaban «Mandil de Cuero». En el artículo se retrataba a ese sospechoso como un truhán de cuarenta años, baja estatura, rasgos semitas, cuello muy grueso y bigote negro. Sus movimientos eran sigilosos y siniestros, le centelleaban las pupilas con malevolencia y exhibía una sonrisa repulsiva.


Joseph Isenschmid

Este personaje fue tildado por los periódicos como “El charcutero loco”.

El 13 de setiembre de 1888 la policía detuvo a un hombre que se dedicaba a la comercialización de piezas cárnicas. Un par de días antes de ese arresto dos médicos de Whitechapel lo habían denunciado a causa de sus hábitos extraños, y su propia esposa declaró en su contra alegando que Joseph Isenschmid era violento, que siempre portaba encima grandes y afilados cuchillos, aún en los momentos en que la práctica de su oficio no se lo requería, y que había amenazado con matarla. 
Se supo que el indagado había sido sometido a una prolongada internación en un hospicio debido a padecer severos trastornos psíquicos y, luego de una nueva revisión médica donde se constató su total desquicio, la justicia ordenó su encierro por causa de enajenación mental. 

Dado que se hallaba preso cuando acaecieron los homicidios de Liz Stride y Kate Eddowes, el 30 de setiembre de 1888, fue descartado definitivamente como posible asesino de las prostitutas.

Francis Tumblety

Según investigaciones muy ulteriores, el más serio sospechoso para Scotland Yard, en época contemporánea a los crímenes, lo constituyó el curandero y seudo médico de origen norteamericano Francis Tumblety. 

En el año 1993 el ripperólogo Stewart Evans descubrió una vieja carta redactada por el Inspector John Litlechild, dirigida al dramaturgo y periodista victoriano George Sims. Esa misiva informaba que el sospechoso preferido estaba mencionado en un dossier secreto de la Policía Metropolitana donde se lo designaba como “Dr. T”. Sin duda se hacía allí referencia al aludido Francis Tumblety, al cual se lo consideraba un sujeto afectado por una grave psicopatía sexual (eufemismo para referir a la homosexualidad en ese entonces) y cuyos sentimientos hacia las mujeres eran en extremo amargos pues trasuntaban un odio patológico. En aquella carta se relataba cómo ese individuo cometió ofensas antinaturales en la vía pública, siendo arrestado in fraganti en la calle Malborough el 7 de noviembre de 1888, aunque el reo logró salir de inmediato libre bajo fianza. 

El 16 de noviembre fue acusado formalmente y compareció ante una corte británica. 
Cuatro días después se celebró una audiencia tras la cual se pospuso el proceso hasta el 10 de diciembre. Pero antes de llegar esa fecha el encausado aprovechó su libertad condicional huyendo de Inglaterra rumbo a Francia, utilizando el falso nombre de Frank Townsend. Arribó a tierras galas el 24 de noviembre, y desde allí viajó a Nueva York,Estados Unidos, a bordo del vapor Bretagne.

Scotland Yard envió para capturar al prófugo a uno de sus más destacados investigadores, el Inspector Walter Andrews. 
Este detective iba secundado por otros dos inspectores y gozó del apoyo logístico dela policía americana. Sin embargo no pudo atrapar al escurridizo Tumblety. No pudieron echarle el guante al fugado, y éste concluyó sus días falleciendo, según se cree, en una hacienda de la localidad de Matagalpa, Nicaragua, en el año 1903. 

Se especuló que Scotland Yard no habría enviado a sus agentes a otro continente a apresar a un vulgar ofensor contra la moral que había faltado a su palabra. Realizar un despliegue espectacular sólo para castigar a un delincuente tan menor parece impensable. La explicación sería que en realidad la policía trató desesperadamente de enmendar el error de haber dejado escapar a aquél que (nuevas y secretas pruebas) sindicaban cómo el verdugo de las prostitutas de Whitechapel. Al menos así lo sostiene la hipótesis que le asigna a este hombre la identidad del anónimo Jack the Ripper.

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