El suspense

Por Susana Gómez
¿Thriller o suspense?

Todos tenemos una definición propia de lo que entraña la palabra suspense, y aunque muchos lectores utilicen el anglicismo thriller como si de un género distinto se tratase, hay que decir, haciendo uso del refranero español, que asno y burro son lo mismo. 

El suspense es un recurso literario cuya única misión es la intrigar, manteniendo al lector o espectador en tensión hasta llegar al momento cúspide de la trama. 

Es un recurso muy maleable ya que puede aparecer en momentos puntuales, como en alguna escena suelta, a lo largo de capítulos enteros o bien acompañarnos sin abandonarnos por toda la novela, encadenando elipsis o todo lo contrario, enfatizando otros elementos, como las descripciones psicológicas de los personajes, generando una atmósfera angustiosa o advirtiéndonos de próximos sucesos que están a punto de suceder.

Para ser un experto en este género hay que saber silenciar los hechos, esa es la base de un buen thriller, porque si os paráis a pensar un momento, este tipo de novelas son historias de ficción construidas sobre datos omitidos o tergiversados para engañarnos. Ningún autor nos va a facilitar todos los detalles de primera mano porque, para que una novela resulte brillante, esos detalles deben llegarnos fragmentados, si no, no hay suspense que valga.

En una novela de suspense no es necesario que contenga muertes ni asesinos de por medio, pero de lo que sí debe ser capaz el autor es de generar, sugerir o evocar angustia. Ese estremecimiento que invade a los lectores va, como acabamos de indicar, mucho más allá de encasillarse en un único género.
De esa forma podemos encontrarlo en novelas de terror, policíacas, dramáticas e incluso románticas, porque el suspense es algo que nos apasiona, que en una obra se plasmen hechos que no entendamos y nos incomoden genera una cantidad enorme de endorfinas.

Algunos elementos para generarlo son las elipsis ya citadas anteriormente, es decir, la supresión de algunos sucesos; las descripciones enfatizando algún rasgo de los personajes; las atmósferas angustiosas; los contrapuntos, esa alternancia narrativa entre tiempos, lugares y personajes que muchas veces va acompañada del macguffin, es decir interrupciones en la narración que nos llevan a otra escena distinta, dejando detenida la trama en un momento crucial y de alta intensidad; también se pueden aportar datos al lector o espectador que desconocen los protagonistas y que anuncian un inminente peligro. 
Todos estos elementos son imprescindibles para generar una reacción emocional y la angustia o ansiedad que experimenta el lector, para ser una obra brillante, debe acompañarnos hasta la página final.

Y ya para terminar.
Ha habido, hay y habrá muchos autores que destaquen en esto de llevarnos al limite de la expectación, pero desde esta revista, por unanimidad de sus colaboradores, os vamos a recomendar sólo un par de nombres actuales que estamos seguros que os convencerán con sus historias.
Uno de ellos es el español Mikel Santiago y el otro el argentino Federico Axat.

Os aseguramos que sus tramas os sorprenderán.

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