Venenos en la literatura

Por Susana Gómez
Este artículo puede contener spoilers.
¿Acaso es algún terrible veneno?
¡Oh, no! 
En primer lugar es menester que sepáis que la palabra veneno no existe, puesto que en medicina se sirven de los venenos más violentos, que llegan a ser remedios saludables por la manera con que son administrados.
Este fragmento está extraído de la grandiosa obra de Alejandro Dumas, El conde de Montecristo, en un capítulo, bien entrada la obra, en que el enigmático conde conversa con la señora de Villefort convirtiendo los venenos y sus aplicaciones en el tema principal de su charla. Esas sustancias terminarán cobrando especial importancia en la última parte de la novela.

Pero no es únicamente en esta obra literaria donde esas sustancias cobrarán tanto protagonismo como sus personajes. 
Como ya os contamos en el primer artículo de esta serie dedicada a los venenos y que podéis encontrar en la pestaña de Artículos por secciones, Agatha Christie lo convirtió en el arma predilecta de sus criminales de ficción. 
La gran Dama del crimen tuvo en sus manos la vida de más de trescientos personajes y la gran parte de ellos murieron por haber consumido alguna sustancia tóxica; de ella es la frase:
"Dadme una botella de veneno adecuado y crearé el crimen perfecto".
Agatha Christie recibió el sobrenombre de Reina del cianuro, al ser esta sustancia la que usó preferentemente en la mayoría de sus novelas.

Otra par de novelas que podríamos citar donde el uso del veneno es determinante es en Madame Bovary de Gustave Flaubert, donde la protagonista se quita la vida con un elemento altamente venenoso, el arsénico,usado también en El nombre de la rosa de Umberto Eco, en la cual Guillermo de Baskerville debe investigar sobre una serie de crímenes que están asolando la abadía.

Por supuesto, hablando de venenos, no podemos olvidar a Shakespeare, otro gran envenenador dispuesto a hacer sombra al afán envenenador de la familia Borgia, lo que ocurre es que el británico lo hizo de forma ficticia.
En Macbeth, las brujas preparan sus pociones recurriendo al uso de los ojos de tritón, dientes de lobo y lengua de perro, ingredientes más comunes de lo que podemos pensar, ya que en realidad se trata del nombre común de algunas plantas.
Y en  Hamlet, el autor también tira de los venenos para cargarse a una buena parte de su elenco protagonista.
Y es que no hay que olvidar que los venenos, además de ser una forma de asesinar bastante limpia, suelen ser bastante eficaces y sobre todo muy románticos, siempre y cuando se consuman por amor, y si no que se lo pregunten a Romeo y Julieta, obra del Bardo de Avon.

Así, citando obras y obras podríamos seguir hasta bien entrada la tarde, supongo que si os paráis a pensar descubriréis cientos de historias en las que los venenos intervienen, y digo cientos, porque los venenos nos han acompañado a lo largo de nuestra infancia, estando presentes en muchas de las obras infantiles.
¿Quién no recuerda a Blancanieves en la obra de Charles Perrault? ese personaje que muerde inocentemente una manzana envenenada por su madrastra, o en Peter Pan cuando Garfio envenena la copa de la que ha de beber el protagonista y de la cual termina bebiendo Campanilla.
Estos son solo un par de ejemplos, seguro que alguno de vosotros habrá pensado también en Aurora de La bella durmiente y en esa rueca con la que se pincha, cuya aguja seguro que estaba impregnada en alguna sustancia ponzoñosa. 

Y es que, como ya os he mencionado, los venenos fueron tomados como aliados bastante limpios del amor, la venganza y/o la envidia entre otros, sin olvidar que un medio muy recurrido en la literatura.
Por suerte o por desgracia, según se mire, al paso que ha ido evolucionando la historia, el modo de asesinar también ha variado, así como los motivos.
Pero esto forma ya parte de otra historia, o quién sabe, quizás de otra serie de artículos. 

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