Zodiac Killer. El asesino fantasma (tercera parte)(Historias de asesinos que inspiraron libros XV)

Por Gabriel Pombo
Similitudes entre los dos asesinos seriales más terroríficos.

Tal vez el homicida en serie cuyas andanzas mayor similitud guardan con respecto a las verificadas por Jack el Destripador –al menos en algunas facetas básicas– lo configura el enigmático individuo conocido por los medios de difusión bajo el alias de “Asesino del Zodíaco”
Varios parecidos procede advertir entre el asesino londinense y este delincuente que operó entre finales de la década de mil novecientos sesenta cuando perpetrara sus asesinatos y que durante la década siguiente se hiciera célebre al mantener en vilo a la sociedad estadounidense, a través de actos mediáticos dentro de los cuales incluía la constante amenaza de volver a atacar. 

Su similitud con cuanto sucediera en la historia del homicida de Withechapel finca en que tampoco a éste las autoridades pudieron jamás apresarlo a despecho de una intensísima búsqueda policial y su identidad continúa siendo un misterio hasta el día de hoy. 
Zodiac Killer constituyó un asesino secuencial cuyo coto de caza se radicó básicamente en la zona de California del Norte. Al igual que habría acontecido con Jack the Ripper la propia persona sería quien eligió y publicitó su seudónimo criminal. También el envío de cartas a la prensa y a las autoridades policiales conformó una de las características cruciales en la personalidad de este psicópata así como su compulsivo afán por alcanzar notoriedad pública. 

En el haber mortuorio del “Zodíaco” se le reconoce un mínimo de cinco víctimas de su segura autoría que los estudiosos interesados en su saga denominan con la expresión de “víctimas canónicas”, igual que ocurriera en el caso de Jack, de aquí que la exacta coincidencia en el número de presas humanas cobradas por ambos delincuentes deviene otra de las notables semejanzas que a primera vista cabe visualizar en el accionar de estos dos asesinos seriales. 
Este ejecutor, sin embargo, difiere del Destripador de Londres en el hecho de que no todas sus víctimas resultaron ser mujeres, en tanto solía disparar contra parejas de enamorados a las cuales sorprendía en lugares solitarios, y durante el transcurso de una de tales agresiones perdió la vida el muchacho que acompañaba a una de las chicas. 
Igualmente, un taxista resultó ultimado por el maníaco. 

Conforme se anticipara, otro rasgo que asocia al criminal serial bautizado como el “Zodíaco” con lo que se sabe o se cree saber acerca de Jack el Destripador estriba en que remitió una sucesión de misivas a la prensa y a la policía jactándose de sus delitos y amenazando –aunque sin llegar nunca a concretar sus advertencias– con acometer nuevos asesinatos. 
En su momento, vimos que Jack no fue necesariamente el autor siquiera de algunas de las cartas cuya creación se le adjudican. No obstante, lo cierto es que –fuera quien fuera el Destripador del East End de Londres– debió forzosamente tomar conocimiento de que decenas de comunicaciones se enviaban aduciendo que él las había redactado. 
Se torna muy llamativo que el criminal victoriano jamás hubiese, a su vez, enviado misivas para desmentir a aquellos que osaban fingir que eran el asesino, cuando en realidad tan sólo se trataba de bromistas motivados por el ocio o el humor negro o bien escribían movidos por otros intereses como, por ejemplo, –en la hipótesis de que los simuladores fueran periodistas– el deseo y la ambición de aumentar la venta de diarios y otras publicaciones. 

Pero en el caso del Zodíaco no cabe poner en discusión de que éste resultó ser el auténtico remitente de las cartas recibidas por los periódicos. Y es muy plausible, igualmente, que fuera el propio homicida quien se comunicó por vía telefónica a la televisión en el decurso de un espectacular programa emitido al efecto. 

El 1 de agosto de 1969 tres cartas escritas por este trastornado sujeto arribaron a en las redacciones de los periódicos Vallejo Times Heralds, San Francisco Chronicle y San Francisco Examiner
Las misivas estaban redactadas de manera prácticamente idéntica, y en ellas su autor se asignaba la comisión de los tres asesinatos inferidos hasta esa fecha. En el interior de los sobres que contenían las misivas también se incluía una hoja con el dibujo de un criptograma con unos trescientos sesenta caracteres. Según se aseguraba, allí se revelaba la identidad del emisor y se suministraban a la policía pistas para posibilitar su captura. 
Comenzaba la lucha mediática entre el Zodíaco y las autoridades. 

El remitente exigía que los comunicados fueran impresos en la primera plana de los respectivos periódicos y amenazaba con que, en caso contrario, se sentiría en la obligación moral de tener que asesinar a una docena de personas escogidas por las calles al azar ese mismo fin de semana. Por fortuna nunca se llevaron a efecto los anunciados crímenes. Aquella amenaza conformaría únicamente la primera muestra dentro una sucesión de alardes y chapuzas que, en el marco de un perverso juego del gato con el ratón, la vanidad del psicópata emprendió aún a riesgo de dejar indicios aptos para conducir finalmente a su arresto. 
Todas las comunicaciones portaban a modo de extraña firma un logotipo en forma de símbolo reticular en el cual se mostraba una cruz trazada dentro de un pequeño círculo. 

En el texto de una segunda carta, en esta ocasión mandada al periódico San Francisco Examiner, irónicamente se saludaba: 
“Querido editor, el Zodíaco al habla”. 
El saludo suponía una respuesta frente a las dudas planteadas por el jefe de policía de Vallejo, Mr Stiltzs ya que este investigador policial había conminado al remitente de los mensajes a proporcionar detalles más seguros y verificables para así poder creer que las cartas resultaban verídicas. Dicho jerarca aseguraba que el emisor de aquellas misivas no podía ser el auténtico criminal sino que debía tratarse de un bromista ávido de ver sus travesuras publicadas por los medios de prensa pues ninguna prueba había, según expresó, de que quien escribiera los comunicados verdaderamente hubiera victimizado a los jóvenes Fareday, Jensen y Ferrín dado que los datos aportados por las cartas pertenecían al dominio público y no informaban nada nuevo. El hecho de que el pretendido ejecutor hubiera enviado un anagrama o criptograma al parecer incomprensible y falaz –en tanto parecía no tener una posible traducción y un significado lógico– también abonaba la sospecha de que el remitente de misivas nada más era un dañino bromista. Pero el escepticismo comenzaría a diluirse cuando se pondría al descubierto el contenido oculto bajo el anagrama enviado a los periódicos por aquel presunto guasón de mal gusto. Y es que días después, el 8 de agosto de 1969, el matrimonio compuesto por Donald y Bettye Harden de Salinas, California finalmente descifró y tradujo el tenor del criptograma. No obstante, en ese peculiar mensaje no se suministraba el apodo del Zodíaco ni su nombre verdadero. La traducción al castellano de aquel misterioso impreso aproximadamente diría así: 
“Me gusta matar gente porque es mucho más divertido que matar animales en el bosque, porque el hombre es el animal más peligroso de todos. Matar algo es la experiencia más excitante. Es aún mejor que tener sexo con una chica, y la mejor parte es que cuando me muera voy a renacer en el paraíso y todos los que eh matado serán mis esclavos. No daré mi nombre porque ustedes tratarán de retrasar o detener mi recolección de esclavos para mi vida en el más allá…”. 
El texto completo del anagrama contenía además dieciocho símbolos finales que nunca se pudieron llegar a descifrar. Se sugeriría que en aquellos dieciocho símbolos el asesino había dejado su firma, sólo que lo hacía bajo un nombre y apellido que no tenía traducción posible. Y no resultaría aquella la única ocasión donde este delincuente propondría mensajes y acertijos crípticos. 

La primera vez que se supo del extraño símbolo reticular exhibiendo la cruz dentro de un círculo pequeño no fue por medio de una carta sino que resultó grabado en la chapa del automóvil de una de sus víctimas por el cuchillo del criminal luego de que éste llevara a cabo uno de sus más violentos ataques contra dos indefensos jóvenes. 
El símbolo sería conocido inicialmente a partir del 27 de setiembre de 1969 cuando el Zodíaco verificó su brutal atentado contra la juvenil pareja que acampaba a orillas del lago Berryesa. Luego de amarrar con las manos vueltas a sus espaldas y echar al suelo a Bryan Hartnell y a Cecilia Shepard el agresor comenzó a apuñalarlos frenéticamente. Una vez que creyera haber dejado muertas a sus presas se subiría al coche del muchacho, cuyas llaves de contacto le había obligado a entregarle, y echaría a andar durante un corto trecho dejando el vehículo aparcado en la cercana zona de Knoxville Road. Al descender trazaría en la puerta –aparentemente con su cuchillo– el extraño símbolo de la cruz dentro del círculo. Y al lado del logotipo dejaría toscamente grabadas asimismo las palabras siguientes: 
 “Vallejo 12 – 20 – 68, 7 – 4 – 69, Set. 27 – 69: 30 by knife”. 
Pero sin duda el más impactante de los actos mediáticos promovidos por este personaje lo constituyó una llamada telefónica efectuada el 21 de octubre de 1969 –diez días después de ocurrido el crimen del taxista Paul Lee Stine– a la comisaría de la localidad de Oakland por cuenta de una persona que afirmó ser el Zodíaco. Declaró estar dispuesto a entregarse a las autoridades siempre y cuando se le permitiera ser patrocinado legalmente en su defensa por un connotado jurista especializado en derecho penal. A tales efectos, el presunto homicida sugirió los nombres de F. Lee Bayley y de Melvin Belli, y también solicitó que le otorgasen una hora para poder hablar en un programa de televisión a efectos de explicarle al público las razones que lo habían movido a perpetrar los actos criminales que –según aseguró– estaba dispuesto a dejar definitivamente de realizar. 

El programa televisivo de referencia era conducido por el periodista Jim Dumbar y comenzaba a las seis y cuarenta y cinco de aquella mañana. Se dio aviso a los televidentes sobre la posible intervención del asesino Zodíaco rogándoles que no ocuparan la línea telefónica del canal para así facilitar su anunciada llamada. Fácil resulta imaginar la fortísima expectativa y el extraordinario “rating” que iría a alcanzar dicha audición. Tras la enorme ansiedad generada, siendo la hora siete y cuarenta y una de aquella mañana, sonaría el teléfono. 
La persona que se identificó como el “Zodíaco” dialogó con el abogado Melvin Belli durante breves instantes cortando la comunicación en la lógica creencia de que rastreaban su llamada. Volvió a comunicarse varias veces más prosiguiendo la conversación en cuyo curso se quejó de padecer de fuertes jaquecas las cuales, de acuerdo adujo, solamente le cesaban cuando cometía aquellos crímenes. De todos modos, se mostró arrepentido y dispuesto a entregarse una vez que el abogado estudiase a fondo su caso para preparar adecuadamente su defensa penal y, por último, aceptó entrevistarse con el jurista frente al almacén de Daly city, pero no compareció a la tan promocionada cita. 

A partir de aquella oportunidad este hombre seguiría esporádicamente llamando a la prensa, e incluso le envió a un periódico una carta conteniendo una tarjeta navideña a la cual adjuntó un trozo de la camisa manchada de sangre que había arrancado al infortunado taxista Paul Lee Stine, de manera tal que no quedasen dudas de que la comunicación provenía del verdadero homicida. 

Otra de las facetas que asocian a este asesino relativamente moderno con el real y a la vez mítico Jack el Destripador es, tal cual se ha señalado, que el criminal nunca fue aprehendido. E igualmente constituye otra de las similitudes el hecho, quizás difícil de entender, de que en determinado punto dejó –aparentemente en forma voluntaria– de asesinar. Pero: ¿por qué no siguió matando el Zodíaco? A esta interrogante responde el especialista Colin Wilson: 
“…su deseo de publicidad es el rasgo más destacado de su personalidad: el deseo de aterrar e intrigar. Estamos tentados a suponer, basándonos en sus ataques a parejas, que disfruta matando a mujeres y que debe verse impulsado por cierta clase de celos sexuales, aunque la muerte del taxista parece contradecirlo. Este crimen se cometió buscando publicidad…Durante una o dos semanas fue el hombre más discutido de toda América. A esto sigue su “aparición” en la televisión y tiene la satisfacción de enterarse que fue el show que consiguió mayor número de televidentes... Pero toda esta publicidad anónima tuvo que resultar peculiarmente frustrante. Quiso ser una figura pública y lo consiguió… Pero no puede seguir avanzando en el mundo de los famosos… al menos no conseguirá hacerlo sin que lo coja la policía. Trata de mantener vivo el interés escribiendo cartas, y mencionando nuevos crímenes, pero los crímenes no se materializan y el interés decae. Lo lógico sería que perpetrara uno nuevo. No obstante, su ambigua fama le ha liberado de parte de su frustración, de aquella frustración que lo convirtió en criminal…”. 
Afán de publicidad, anhelo mediático, necesidad de evadirse de la insignificancia de su existencia cotidiana. Cabe concordar con los conceptos arriba extractados cuando de analizar la conducta de este peculiar delincuente se trata.

Si queréis conocer más sobre este asesino serial existen infinidad de libros que hablan sobre él e incluso muchas películas se hicieron basándose en el caso. 
A continuación os citamos algunas películas y series que están inspiradas en el caso y que pueden resultar curiosas.
  • La película protagonizad por Clint Eastwood "Harry el sucio" se basa en el caso.
  • También ha salido mencionado en varias ocasiones en la serie de televisión "Mentes criminales".
  • En la serie "American Horror Story", temporada 5, capítulo 4 "Devil's Night", apareció en una escena junto a otros asesinos en serie, de algunos ya hemos hablado en algún artículo: John Wayne Gacy
  • En otro capítulo de la misma serie, no recordamos la temporada, se recrean también los asesinatos, pero atribuyéndose a una secta feminista.
  • En la temporada 1, capítulo 5 de MacGyver (2017) también se basa en este asesino serial.

Comentarios