Envenenados.

Por Susana Gómez

En este artículo con el que acabamos este aciago año, vamos a hablaros de nuevo de un gran conocido de esta revista virtual: el veneno.
Para ello hemos confeccionado una pequeña lista de personajes famosos que fallecieron por él;
algunos de ellos os sonarán porque ya han salido mencionados en anteriores artículos.

Para ir abriendo boca no hay mejor manera de hacerlo que remontarnos a la época clásica, una etapa en la que los venenos eran de uso frecuente o quizás el método más limpio de deshacerte de un antagonista incómodo.

Para ello vamos a remontamos a Grecia, concretamente al año 399 antes de Cristo. 
En ese año, nuestro protagonista, el famoso filósofo Sócrates, es sentenciado a la pena de muerte, ya que, según el tribunal que le juzgó, se negó a reconocer a los dioses atenienses, además de que se consideró que su doctrina corrompía la mente de los más jóvenes. 
La cicuta era el método empleado habitualmente por los griegos a la hora de ejecutar sentencias de pena de muerte y por lo tanto, fue el medio por el que la vida de Sócrates llegó a su fin.
Sus allegados planearon una huida para sacarle de prisión, pero el gran filósofo asumió serenamente la condena y se negó a participar en el plan.

Sin abandonar la época clásica viajamos a Roma.
El 13 de octubre del año 54 fallecía el emperador Claudio tras degustar su manjar favorito, un plato de setas entre las que había camuflada una especie mortal. 
Posteriormente, analizando los síntomas, los expertos han llegado a la conclusión de que la sintomatología corresponde más a un envenenamiento por belladona o arsénico
Sea como sea, mediante veneno o por el consumo de setas mortales, el caso es que Claudio falleció, convirtiendo a Agripina, su esposa, en la principal sospechosa.
Tan solo unos pocos años más tarde, estando Nerón, (hijo de Agripina e hijastro de Claudio), como emperador, éste hizo envenenar a su hermanastro Británico con sardonia, una planta herbácea muy venenosa. Y es que en el Imperio romano, el envenenamiento más que una mala costumbre era asunto de familia.

Y ahora damos un pequeño saltito hasta Escocia.
Se dice que Duncan I, el que fuese rey de Escocia entre 1034 y 1040, envió como tributo a una hueste danesa, barriles de vino llenos de jugo de belladona. Quizás si los daneses hubiesen leído más a los clásicos habrían detectado que más que un tributo se trataba de un regalo envenenado.

Ya en pleno renacimiento, concretamente en 1503, fallece el Papa Alejandro VI, también conocido como Rodrigo Borgia, tras un opulento banquete en el que enfermaron varios comensales.
Este personaje que siempre había estado rodeado de intrigas falleció, según cuentan, presa de una de ellas.
Las malas lenguas dicen que su hijo César Borgia orquestó una trama para asesinar al cardenal Adriano da Corneto, pero una confusión en la cocina que provocó un intercambio de platos, dio como resultado el envenenamiento de su padre, posiblemente por arsénico.

En 1721 fallece, a la edad de 35 años, el gran músico del clasicismo Wolfgang Amadeus Mozart, tras una extraña enfermedad que le tuvo postrado en cama durante varias semanas. 
Los síntomas descritos fueron vómitos, diarrea y fiebre alta, sumado a hinchazón de pies, manos y estómago. En el acta de defunción aparece como causa del fallecimiento una hitziges frieselfieber, es decir, una fiebre miliar aguda, aunque entre la multitud de hipótesis aparecen el envenenamiento por antimonio o mercurio.

Justo un siglo después, en 1821 en la isla de Santa Elena, le llega el turno a Napoleón. 
El diagnóstico final es fallecimiento por cáncer de estómago. Posteriormente y ya en nuestra época, un toxicólogo sueco llegó a la conclusión de que padecía 28 de los 31 síntomas que se achacan a un envenenamiento por arsénico, lo que se confirmó al analizar sus cabellos.

Y ahora os proponemos un toque de misterio. 
Seguro que todos habréis oído hablar de Rasputín, monje y consejero de la zarina Alejandra; un personaje temido y rodeado de misterio, al que llegaron a atribuirle poderes diabólicos.
En 1916, durante un banquete, Rasputín degustó pasteles que previamente habían sido envenenados con cianuro. Pero al parecer, tras su consumo, el veneno no produjo los resultados deseados y el príncipe Félix Yusupov acabó disparándole en el pecho. 
Como eso tampoco funcionó, el príncipe tomó un bastón de plomo y le golpeó en la cabeza, arrojándole finalmente a las aguas heladas del río Neva.
La autopsia confirmó que la causa del fallecimiento del monje fue por ahogamiento, así que puede que ese halo misterioso o la mala fama que le rodeaba, tuviese al final algo de verdad. 

En 1944, días antes de que entrasen los aliados en Alemania, el ácido prúsico se convirtió en el medio más utilizado por los lideres del nazismo.
Eva Braun, la recién estrenada esposa de Adolf Hitler, (habían contraído nupcias el día anterior), hizo uso de este veneno para evitar caer en manos de los aliados, al igual que Goebbels, ministro de propaganda, que lo utilizó con sus hijos. Un año después, tras su detención, Himmler mordió una ampolla de ese mismo veneno para evitar ser juzgado.

Ya en nuestro siglo, no os vayáis a pensar que esto del uso de los venenos es algo del pasado, concretamente en 2006, conocemos el caso del ex-espía ruso Aleksandr Válterovich Litvinenko. 
Este personaje que había pertenecido al servicio secreto ruso falleció en Londres a causa de un envenenamiento radiactivo por polonio-210.
Dicen que Litvinenko se había convertido en un sujeto incómodo para el régimen de Putin, ya que en numerosas ocasiones había acusado a los servicios secretos rusos de cometer múltiples actos delictivos. Lógicamente el gobierno de Putin niega esas acusaciones.

Y ya para terminar os contamos otro caso reciente.
En 2017, el hermanastro del líder de Corea del Norte, Kim Jong-Un, fue asesinado con un poderoso agente neurotóxico denominado VX. Este veneno indoloro e inodoro está considerado como una versión aún más mortal que el gas sarín.

Como habéis podido comprobar, a lo largo de este artículo, los venenos han evolucionado con el paso del tiempo, pero no el instinto de emplearlos para deshacerse de los enemigos molestos.

Hasta aquí el artículo de hoy, esperamos que de nuevo haya sido de vuestro agrado y sin más os deseamos un Feliz Año Nuevo.

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