Venenos y mujeres. Un cóctel asesino.

Por Susana Gómez
Supongo que muchos de vosotros habréis visto la película "Arsénico por compasión".
Esa película de 1944, cumbre de la comedia americana, tiene como argumento central a un par de viejecitas adorables que se empeñan en ayudar a morir a indefensos y confiados caballeros solitarios.
Al mismo tiempo, un joven Cary Grant parece morir horrorizado ante cada nuevo descubrimiento que hace en la casa familiar, que ha pasado a convertirse en una especie de casa del horror, donde sus tías dan rienda suelta a la imaginación envenenadora, eso sí, compasiva, mientras mezclan vino de bayas con arsénico, estricnina y "una pizca de cianuro".
En una comedia negra que nos arranca carcajadas pero que esconde de fondo varios temas interesantísimos.
El primero es que siempre tendremos a nuestro alcance una sustancia tóxica, el segundo es que somos las mujeres las que tenemos más tendencia a emplearlo y el tercero y último... que no hay un límite de edad para usarlo.

Si tecleamos el término Veneno en nuestro buscador de Internet, una consulta rápida puede traernos miles de resultados y navegando entre ellos podemos encontrar datos muy curiosos.
El que más llama la atención es que la mayoría de los asesinatos que emplean este método son ejecutados por la mano femenina.
No es que nosotras seamos más delicadas y prescindamos del uso de un cuchillo o pistola para evitar salpicaduras de sangre; es simplemente, que hay otros factores que convierten el uso de sustancias tóxicas en el elemento asesino más útil o cómodo,

El primero al que nos vamos a referir, y omitiremos el hecho de que la sangre sale muy mal de las superficies, es un hecho social.
Las mujeres fuimos relegadas a un segundo lugar desde el principio de los tiempos, imperaba un modelo social masculino.
Los conocimientos en herboristería o farmacología pasaron a estar vigilados, el uso de cualquier planta o sustancia debía ser suministrado de forma clandestina. Casi sin comerlo ni beberlo, a través de denuncias y de leyendas negras se desarrolló una atmósfera idónea para que surgieran las brujas, las grandes expertas en bebedizos y sustancias ponzoñosas.

Por otro lado, al empleo de un arma blanca o de fuego, los expertos lo asocian más a un uso temperamental, mientras que el veneno se relaciona generalmente con la paciencia, con un plan más calculado.
La mujer ha sido siempre la que se quedaba en casa, encargada de los hijos, de la limpieza y de preparar la comida... eso nos facilitaba tanto la ocasión perfecta como la sustancia apropiada.
Añadir en un plato mientras cocinábamos o en una copa de vino un líquido o sustancia tóxica, resultaba mucho más fácil y eficiente; solo había que espolvorear los polvitos en la salsa boloñesa o mezclarlo adecuadamente con el azúcar para las fresas... et voilá! nos sentamos a esperar y ya tendremos "un cadáver a los postres".
Para tranquilidad de los invitados que vienen a casa diré que ambos métodos citados son usados en dos novelas, me guardo para mí los títulos para evitar hacer un spoiler a futuros lectores...

Pero volvamos a este artículo ponzoñoso.

Lo bueno de algunos venenos, bien empleados, es que estos no dejan huella o son difíciles de rastrear; son discretos y así nos lo enseñó la gran dama del crimen: Agatha Christie, que los convirtió en el arma favorita de sus criminales de ficción.
Agatha dijo:
"Dadme una botella de veneno adecuado y crearé el crimen perfecto".
Agatha tuvo en sus manos la vida de más de 300 personajes y la gran parte se marchó hacia el otro barrio por haber consumido alguna sustancia tóxica, y todo hay que decirlo... también por haber cabreado a la persona equivocada.
Los conocimientos sobre venenos los obtuvo durante "La gran guerra", es decir, durante la I Guerra Mundial, momento en que empezó a trabajar en la farmacia de un hospital.

Pero dejemos de momento a la gran dama del crimen y a sus relatos de ficción y volvamos por un momento muy breve a la realidad.

En esa consulta rápida a Internet, de la que os hablaba antes, descubriremos que los venenos más letales del mundo son el Cianuro de potasioel curare, muy habitual entre tribus del amazonas; la Batracotoxina, que se extrae de una especie de rana de Colombia; el polonio 210, un veneno de naturaleza radioactiva 50 veces más potente que el uranio; el veneno que se extrae de una medusa que habita en los mares de Australia llamada avispa de marla tetrodotoxina procedente del pez globo...
Como veis hay infinidad de venenos producidos por el hombre y otros, casi en mayoría, que se encuentran en la naturaleza. Lógicamente encontrar algunos de los citados nos resultaría algo complicado y despertaría sospechas. No me veo visitando una tienda de animales exóticos y diciendo al empleado. ¡Buenos días!, necesito una Phyllobates terribilis, comúnmente llamada rana dorada venenosa. Seguro que incluso acompañando la frase con la mejor de mis sonrisas llamaría la atención.
Todo esto nos lleva a que si escribís novela y no queréis que el lector os pille a la primera, los venenos empleados deben ser fáciles de encontrar. Tampoco sirve utilizar como método asesino el curare cuando acabas de venir de un viaje de novios por el Amazonas, porque te descubrirías a la primera, salvo ¡claro está!, que lo consigas por tus medios y emplees para incriminar al que ha venido de allende los mares.

Pues bien, tras esta advertencia literaria os hago otra al tiempo que retomo la salsa boloñesa de más arriba.
Según los grandes expertos en el tema, hoy en día toda sustancia tóxica deja rastro, gracias a que contamos con tecnología capaz de identificarlas de ahí que muchos productos sean difíciles de encontrar.
El arsénico, por ejemplo, o compuestos que lo contienen, hasta hace muy poco podía adquirirse en droguerías, formaba parte de los matahormigas o matarratas, lo que lo convertía en un producto habitual en muchas casas. 
Así que es normal que haya sido uno de los elementos más empleados para mandar al otro barrio, porque un asesino, como Agatha nos enseñó, suele hacer uso de lo que conoce o tiene a su disposición. También os hemos dicho que es un arma de mujer, porque nueve de cada diez asesinatos cometidos por nosotras, son empleando un veneno.

A lo largo de la historia y ya termino este artículo, ha habido muchas mujeres envenenadoras. Ya hemos mencionado que las mujeres eran las que se quedaban en casa pero hay otro detalle que nos ha convertido en expertas en el uso de sustancias y que no he mencionado, el divorcio era algo impensable. 
Cuentan que en el s.XVII hubo una farmaceutica que ayudó a asesinar a más de 600 maridos, también conocemos a Lucrecia Borgia de la que cuentan que en su anillo portaba una dosis letal que vertía sobre las bebidas. 
Y así concluimos, no sin antes adelantaros que en breve, en la sección de Asesinos que inspiraron libros, os hablaremos de la Marquesa de Brinvilliers, una envenenadora que empleaba ese sistema para heredar...

Bon appetit!

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