Erzsébet Báthory: La condesa sangrienta. (Historias de asesinos que inspiraron libros VIII)

Por Susana Gómez
Cuando hablamos de asesinos en serie o asesinos seriales, siempre lo hacemos pensando en varones adultos de raza blanca.
Entre esos sujetos aparecen nombres como Jack el Destripador, H.H. Holmes, el Barba Azúl francés... etc, personajes que ya han ido desfilando poco a poco por estas páginas.
Es cierto que el número de asesinos en serie, varones, supera al de mujeres; las asesinas seriales tan solo son un 10 u 11%, pero eso no significa que ellas no hayan existido. 
Esta semana os hablamos de una de esas asesinas seriales, algunos dirán que la primera de la historia y otros que la más famosa, pero de lo que nosotros sí estamos seguros es de que ha pasado a la historia dejando una profunda huella en películas y literatura, aunque esa imagen se haya distorsionado por la leyenda negra que circula a su alrededor; nos estamos refiriendo a Erzsébet Báthory, mas conocida como La condesa sangrienta.

Esta dama nació el 7 de agosto de 1560 en el seno de una de las familias más antiguas, rica e influyente de Hungría: Los Erdély. Según las crónicas de la época también eran una familia sanguinaria, cruel y bastante excéntrica.
Por lo tanto no es de extrañar que Erzsébet pasase una extraña infancia en el palacio de Csejte, situado entre el río Danubio y los pequeños Cárpatos. 
A los once fue prometida con un primo suyo de dieciséis años, Ferenc Nádasdy o Francisco Nádasdy,
algo muy usual en la época, y tan solo un año después, siguiendo la costumbre de la época, se fue a vivir al castillo de Cachtice, posesión de la familia de su futuro esposo hasta que llegase el momento del enlace.
Pero con trece años, Erzsébet se queda embarazada de uno de los mozos del castillo y el futuro esposo impone un severo castigo. Ersébet es llevada a otro castillo de la familia, donde da a luz en secreto un bebé, al que inmediatamente hacen desaparecer.
El mozo del castillo es castrado y acto seguido le tiran a los perros.

Al cumplir quince años se casa con Ferenc, pero debido a las múltiples guerras que por entonces asolaban Europa, el joven conde pasa el mayor tiempo combatiendo de una en otra, periodo en el que recibe el sobrenombre de "Caballero Negro de Hungría" por su fiereza y crueldad a la hora de combatir, pero sobre todo por su tradición de empalar a las víctimas y jugar con sus cabezas.
En ese tiempo, quizás por aburrimiento o porque lo lleva en la sangre, la joven Erzsébet empieza a desarrollar su conducta más sangrienta; entre el matrimonio intercambian numerosas cartas con información para castigar a los sirvientes que no cumplan con sus labores y en ellas se aprecia un disfrute y/o un placer más que preocupante.

Con 25 años la condesa se convierte en madre de una niña, Ana, y en los nueve años siguientes llegan al mundo Úrsula, Catalina y Pablo; esto no servirá para que suavice su crueldad.

Hasta aquí todo lo narrado de su vida podría considerarse dentro de lo normal, pero en 1604, cuando cuenta con la edad de 44 años, su esposo fallece de forma súbita. Ese suceso la marcará y su conducta experimenta un nuevo cambio, tornándose su carácter todavía más violento. La primera medida que adopta es expulsar a su familia política del castillo, lo peor llegará después: sus damas de compañía y sirvientas serán encerradas en los sótanos y torturadas.

En el periodo posterior empiezan a aparecer extraños rumores entorno al castillo de Cachtice. Innumerables jóvenes desaparecen sin dejar huella. Se rumorea que la condesa practica la brujería, la magia negra y extraños rituales con sangre, por lo que al rey Matías II de Hungría no le queda más remedio que intervenir, y ordenar una investigación.

Los resultados son escalofriantes:
Entre los investigadores se encuentra un primo de Erzsébet, el conde palatino Jorge Thurzó.
Cuentan que según se aproximan al castillo empiezan a aparecer restos de cadáveres; según las malas lenguas, la condesa arrojaba los cuerpos por encima de los muros del castillo para que los lobos los devoraran.
El espectáculo al entrar al castillo no es mejor ya que encuentran numerosas muchachas torturadas, con distintos estados de desangrado.
De debajo del castillo exhumaron unos 50 cuerpos y el diario de la aristócrata, que por cierto desapareció, reveló que sus víctimas superaban las 612, todas ellas torturadas y asesinadas en un periodo de seis años.

En 1612 se inicia un juicio contra ella en el que se niega a declarar, acogiéndose a sus derechos nobiliarios. Los que sí declaran, en su contra, son sus colaboradores que juran que asesinó en su presencia como mínimo a 37 mujeres solteras, de una edad comprendida entre los once y los veintiséis. Lógicamente la acusación se centró en los asesinatos de las mujeres que eran nobles, ya que las sirvientas eran consideradas como una posesión más y carecían de importancia.

Entre los castigos que se impusieron a sus colaboradores estaba el de ser decapitados y sus cadáveres quemados; a otros les arrancaron los dedos por haberse manchado con la sangre de cristianos y después fueron quemaron vivos.

La ley impedía que una noble fuese procesada, por lo tanto La condesa sangrienta fue encerrada en su castillo. En sus aposentos fueron selladas puertas y ventanas dejando solo un pequeño orificio para introducir el alimento.
Pasado un tiempo el rey solicitó su cabeza, pero fue convencido de que la condenarán a cadena perpetua en confinamiento solitario.

Finalmente, el 21 de agosto de 1614, a la edad de 54 años, Erzsébet Báthory fue encontrada muerta.

Hasta aquí la historia, más o menos real de esta asesina en serie, pero como veis las cifras cantan un poco; unos hablan de una treintena de jóvenes asesinadas, otros en cambio barajan la cantidad de seiscientas y pico... Realmente esos datos no se pueden corroborar, el tiempo ha pasado y con ello han desaparecido los testigos y las pruebas.
Como os hemos mencionado al comienzo, existe una leyenda negra entorno al personaje, en ella se habla de su obsesión por la belleza y la juventud y de ahí que la sangre de sus víctimas sirva como elixir para mantener alejada la vejez.
Esa leyenda cuenta que tras la muerte de su esposo, una joven sirviente la da un tirón cuando la está cepillando el cabello. La condesa automáticamente la devuelve un bofetón y la sangre de la joven salpica su piel. Dicen que Erzsébet observó como esa zona de la piel, donde las gotas habían caído, mejoraba aparentemente, resultando más fresca y lozana; y de ahí su obsesión por los baños de sangre.
¿Cuánto hay de cierto y cuánto de mito? El paso del tiempo nos impide saberlo...

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