La novela policíaca. The game is afoot

Por Susana Gómez y Francisco Delgado

La novela policíaca es uno de los grandes géneros literarios y también uno de los que cuenta con más adeptos dentro del gran género de crimen y misterio.

Se caracteriza, a grandes rasgos, porque el protagonista, el encargado de llevar a cabo la investigación, es un policía o detective, pero también puede tratarse de alguien aficionado, muy perspicaz, que mediante la observación y el razonamiento deductivo, nos guiará a la resolución final del caso.

Con frecuencia este personaje, suele ir acompañado de otro sujeto de perfil menos astuto; alguien que será testigo fiel del desarrollo de la investigación, y nos irá haciendo llegar los datos sobre la evolución del caso, al tiempo que emite sus propias conjeturas, casi siempre erróneas, y que darán pie a que el investigador principal ironice con su escasa capacidad deductiva.
Casi siempre los lectores nos vamos a ver identificados con este compañero, ya que aunque los escenarios aparecen sembrados de pistas visibles para un ojo experimentado, nosotros solemos obviarlas y como resultado fallamos estrepitosamente a la hora de dar el veredicto de nuestra investigación.

Las narraciones, por lo general, no suelen ser tramposas y esas indicaciones de las que os hablo, deberían guiarnos no solo hasta dar con el culpable, sino también a averiguar el cómo y el porqué, por ese motivo muchos expertos en el tema no dudaron a la hora de denominar al género como Whodunit, o ¿quién lo hizo?
Estas son solo algunas de las pautas que se repetirán como un patrón dentro de esta categoría, pero hay algunas más...

Los relatos suelen ceñirse a la estructura de introducción, nudo y desenlace, siendo en las primeras páginas donde conoceremos a la víctima, el crimen, y posteriormente a todo el elenco de personajes que intervendrán en la narración.
Estos últimos, los sospechosos, sin excepción, cuentan con motivos más que suficientes para cometer el delito, medios, oportunidades, pero también con coartadas, lo que complicará la investigación del detective y enturbiará  de paso nuestras pesquisas.
Como es lógico, en la parte dedicada al desenlace, en esas páginas finales, llegará la resolución del caso, y aquí, prescindiendo del personaje acompañante, será el investigador el que nos haga llegar la solución del misterio.

Esta distribución de tareas entre los protagonistas, ha ido evolucionando y variando con el tiempo, de ser normalmente parejas de investigadores, se ha pasado a profundizar más en su perfil psicológico y menos en sus cualidades investigadoras, encontrándonos incluso en la actualidad que la resolución del problema tiene, en ocasiones, raíces en las propias vivencias o entornos personales de los detectives.

Pero hablemos un poco más de este apasionante género...

Surge a mediados del s. XIX, aunque ese dato no es del todo exacto, ya que anteriormente hay obras que perfectamente podrían considerarse dentro de la categoría criminal. Si tuviésemos que precisar  más podríamos decir, que alrededor de la década de 1820 y hasta 1840 nace el Newgate, lo único que estos relatos o crónicas, en vez de ensalzar las hazañas de un detective lo hacían glorificando la vida de criminales famosos.

Aun así, y haciendo caso a los grandes conocedores del tema, consideramos a Edgar Allan Poe como el padre creador, ya que fue él el primero en escribir una obra de este estilo, protagonizada por Auguste Dupin, marcando las pautas que más tarde seguirían otros escritores como Arthur Conan Doyle para su Sherlock Holmes o Gastón Leroux para su periodista Joseph Rouletabille, de este último dicen que su obra El misterio del cuarto amarillo (1907), inspirada en la archiconocida Los crímenes de la calle Morgue de Poe (1841), es el misterio del cuarto cerrado, más elaborado, original y sorprendente.
Pero sin duda, fue Conan Doyle el que llevó a la novela policíaca a su máximo esplendor junto con su personaje creado en 1885, y que se convertiría en uno de los mejores detectives de todos los tiempos.

Pero hay muchos más autores que brillaron por méritos propios dentro de esta categoría, y seguro que vuestra mente habrá volado hacia algún nombre como el de la gran Agatha Christie, a G.K. Chesterton, A. Fielding y/o Ellery Queen, aunque también hay otros menos conocidos pero igual de meritorios como Mary Elizabeth Braddon, Ethel Lina White o Josephine Tey.

Pero volviendo a esos años en que el policíaco comenzaba a dar sus primeros pasos os diré que no contó con el beneplácito del público y fue considerado como literatura barata, como un género menor o vulgar.
La sociedad en general se decantaba por el realismo en vez de por la ficción, volcándose en las crónicas de sucesos, bastante sensacionalistas por cierto, que detallaban los pormenores jugosos de casos reales y que eran publicadas en los periódicos.
Más o menos a estas alturas del siglo surge un estilo de relatos, otro subgénero de la clásica novela policíaca y que a mí me resulta muy interesante y entretenido; las denominadas como Misterio de cuarto cerrado, y que ya he mencionado un poco más arriba.
En ellas, el lector se enfrenta a un crimen aparentemente imposible, se lleva a cabo en un lugar aislado y en el cual el asesino no pudo entrar o salir sin ser visto, lo que convierte el crimen en un misterio hermético. El impulsor de este tipo de historias es Fortuné de Boisgobey, otro autor que dejó su impronta, publicando más de 70 narraciones.
Tras esos pasos iniciales, el género evoluciona hacia formas narrativas más complejas y como diría el gran Sherlock Holmes:
"The game is afoot".

En la década de 1860 llega otro tipo de narraciones, las "romans policiers" y las "sensation novel".
Le roman policier (en francia), molesta en exceso a los grandes críticos, porque da valor a la inteligencia de los protagonistas por encima de la experiencia, y muchas veces los verdaderos policías aparecen ridiculizados. Podríamos decir que son los primeros pasos del thriller urbano, obras en que debe resolverse un misterio pero con una crónica social de fondo.

Otro tipo de novelillas son las catalogadas como Sensation novel, donde también  se investiga un misterio, sin necesidad de que se trate de un crimen...

En esos comienzos la ubicación del delito no solía ser de vital importancia y todo quedaba en manos de un detective aficionado. Daba igual que sucediese en una casa de campo, en una pensión, en un tren o en un ómnibus, al igual que daba igual la clase social de la que proviniese el finado; lo importante era descubrir al culpable y sus motivos, y la narración se centraba más en el aspecto o en el perfil psicológico de ese grupo cerrado de sospechosos.

A partir de los años 20 llega a su momento álgido y surge una ligera variante. Esa etapa entre los años 20 y 30 es conocida como "La Edad de Oro", Golden Age.
Por lo general, los crímenes se cometen en ambientes lujosos, casas señoriales, grandes mansiones y hoteles, etc, y la violencia está ausente en esos asesinatos que suelen cometerse de forma bastante elegante por gente de la clase alta.

No podemos negar, que este estilo de relatos que en sus comienzos no estuvo bien visto, es el padre no solo de la novela negra, de la que ya hemos hablado en esta revista virtual, sino también del true crime, del nordic noir, hard boiled etc. y ha servido e inspirado para crear películas, series de tv e incluso juegos de mesa.
Pero todo esto es a grandes rasgos, porque el género policíaco, como hemos visto a lo largo de este artículo, ha experimentado una gran y constante evolución, adaptándose con acierto a los tiempos.
Se podría hablar horas y horas sobre él, sobre sus autores o sobre sus protagonistas, pero siempre, inevitablemente, nos dejaríamos detalles importantes en el tintero.
¿Por cierto, conocéis el Cozy? Os daré solo una pista, pensad en Agatha Christie y tendréis parte del enigma resuelto...

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